En un mundo estandarizado, la competencia blanda
se convierte en una ventaja competitiva
Antes y después de Charles Darwin, en el origen de las especies y la selección natural, la metáfora de la biología y la evolución, se presenta pertinente para enmarcar la espontanea necesidad humana por seleccionar, elegir, buscar y determinar entre la variedad, aquello que logre destacarse, sobrevivir o encajar desde la individualidad y sus particularidades, lo mejor de sus competencias para desempeñarse en diferentes fines, oficios o desarrollo de actividades.
Es así como en la naturaleza, el deporte, la industria laboral, la política, el ámbito social, y en lo demás, en todo aquello que involucre la actividad e interacción humana enfocada a la productividad, la prestación de bienes y servicios, la competitividad y todo aquello que agremie, articule o dimensione propósitos, tienen en común la búsqueda del mejor talento y la importancia de este para desempeñar un rol en cualquiera de los contextos referidos.
Seleccionar el mejor futbolista para un equipo, es sin duda un buen ejemplo para demostrar y validar lo que muchos ya conocen y por años se viene configurando como determinante en la consecución de metas y objetivos corporativos. El biotipo, la puntería, la fuerza, la sagacidad, la potencia en el remate, el liderazgo y el juego aéreo entre otras competencias, seguro son aspectos de la individualidad deportiva tenidas en cuenta para ocupar el puesto de delantero o medio campista en un equipo de futbol, o mejor dicho, en una empresa que tiene su objeto y su target en el ámbito deportivo.
No es novedad elevar una reflexión sobre la importancia de los procesos de selección en las organizaciones, sin embargo, aún en el presente, muchas personas en posiciones gerenciales, estratégicas o directivas, desconocen la determinación de un prolijo proceso de elección para ocupar los cargos al interior de las empresas y las diferentes unidades de su negocio.
Pensar la empresa de manera estratégica, implica ampliar la concepción y la diferencia entre gasto e inversión, siendo el último un elemento determinante que permite cambiar la forma de usar, pensar y direccionar los recursos en pro de la efectividad, la eficiencia y la productividad empresarial.
Más allá de los diferentes enfoques que proliferan desde la academia, la planeación en el sentido literal de la palabra, es un factor crucial en la consecución del éxito es por eso que cuando se comprende la importancia de alinear la organización y pensarla estratégicamente, se devela la determinación de lo humano al interior de la misma; el gasto migra hacia la inversión, ya que se evidencia que la capacitación, el bienestar, el desarrollo y en el caso del presente artículo: la selección de talentos, se convierten en baluartes que impactan de manera sensible y directa, los objetivos propuestos, tanto o más que la inversión en tecnología, publicidad o cualquier otro rubro.
Cuando se tienen claros los objetivos, cuando la misión y la visión de la empresa están definidas y se pretende aterrizarlas a la realidad, son las personas, su estilo de liderazgo y las competencias, las que configuran el clima, la cultura y el enfoque organizacional, por ende, tener estratégicamente definidos los manuales de cargo, sus perfiles y las habilidades requeridas para vivir la organización en sincronía, son un paso e insumo de buen augurio en la selección de talentos.
La premisa “seleccionar la persona adecuada para el cargo requerido”, no es otra cosa que encontrar entre la variedad, ese potencial colaborador que se diferencia por tener la formación, la capacitación y las hard skills / soft skills adecuadas para desempeñarse en un cargo específico. Por el contrario, una inadecuada selección de personal, puede implicar reprocesos, extensos tiempos de adherencia a la organización, su cultura y clima, amplias brechas de aprendizaje, en la inducción y la apropiación del cargo, y por supuesto, altos costos invertidos en dicha selección, capacitación y tiempo; lo anterior, cuando finalmente no se logra encajar el nuevo colaborador con los reales propósitos de la empresa.
Una selección planeada y organizada, que se direccione adecuadamente a la luz de las competencias y propósitos del cargo, trascienda la inestable predicción y goce de atención, importancia y responsabilidad transversal, garantiza sin duda, un adecuado posicionamiento del colaborador en el cargo y la organización, posibilita aquietar las expectativas, que desde el contexto del contrato psicológico permiten una mejor adherencia, una mayor proximidad de pertenencia con la empresa y una relación directa entre ese anhelo que hoy por hoy supera el factor económico en la motivación individual al interior del trabajo, y es precisamente, el sentirse en el lugar correcto, haciendo lo que más apasiona y creciendo a partir de la dignificación y el reconocimiento en el trabajo. Una persona bien seleccionada, favorece la ecuación de gana / gana, esa que hoy diferencia una organización de otra y las catapulta como el lugar en donde todos quieren estar y trabajar.
Lo anterior, es posible a través de un exitoso proceso, que con firmeza, se convierte en garantía para mejorar la productividad, el ambiente laboral, el salario emocional y la felicidad en el trabajo.
La selección de talentos, es una ineludible inversión estratégica, inherente a cualquier sector productivo y su alta gerencia.
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Felipe Henao Amaya
Psicólogo
Consultor Capital Humano
Dinámica consultoría Empresarial